Washington "Canario" Luna: grito de murga

Si hay una voz muy personal y, al mismo tiempo, representativa de la murga uruguaya, ésa es la de Washington "Canario" Luna.
Una voz que sobre el escenario grita, no canta -según la definición del propio intérprete-, y que le imprimió su propio estilo, estridente como el de un canillita, a temas tan populares como "Brindis por Pierrot" y otras más recientes, como "El murguista", de Horacio Ferrer y Alberto Magnone (pieza que sería integrada a "Dandy, el príncipe de las murgas", ópera sobre un Hamlet rioplatense, escrita por esta dupla compositiva).
La voz del Canario también es una de aquellas que fuera de escena defiende un discurso sostenido por años. De regreso a la Argentina, luego de un lustro sin actuar como solista, se presentará con el grupo Repique, que dirige Magnone, hoy en el Teatro Coliseo, de La Plata; mañana y pasado mañana en el Ateneo, de Buenos Aires, y a mediados de la semana próxima en el Teatro Real de Córdoba y en la Sala Lavardén de Rosario. Antes de esas actuaciones habla. Defiende su discurso: repite aquello de que no le gusta cantar, que sólo lo hace como "una changa para comer con aceite"; reflexiona sobre las murgas de ayer y las de hoy. Y a propósito de sus diferencias con Jaime Roos, sólo desliza alguna referencia: "No lo conozco, no sé quién es", dice.
"Nunca fui un profesional, siempre uno del montón. Cuando hago un espectáculo quiero que la gente se divierta. Y por algo dicen que somos hermanos (argentinos y uruguayos). Hemos pasado muchas cosas iguales. Soy agradecido de ustedes porque cobijaron a mucha gente en tiempos de dictadura."
-Aprovechemos para hablar de los uruguayos. Aunque por poca diferencia, el domingo último el Encuentro Progresista-Frente Amplio recibió la mayor cantidad de votos en las internas partidarias. ¿Ganará las próximas elecciones?
-Pienso que sí. Soy frentista desde que se fundó. Sé que en cinco años no vas a curar las nanas de cien. Y se puede pensar que aquellos que les prestaban a estos bandidos quizás al Frente no le den una mano. Hay que estar preparado para todo. No es que si sube el Frente todo el mundo va a estar trabajando. Pero confío que va a sacar a los estafadores.
-Entonces, tiene esperanza.
-Y sí. Hay gente importante que está buscando un cambio. No es Tabaré (Vázquez) sólo. La política está muy sucia? El domingo (último) no voté. No estoy para las prácticas, sino para los clásicos. Pero en noviembre (en las elecciones nacionales) sí voy a votar. Ahí es donde las papas queman.
-¿Y cómo está el Carnaval?
-El estado del Carnaval es malo. Tengo 65 años, salí por primera vez en Carnaval a los 13, cuando había trescientos y pico de tablados. Ahora no hay tablado de barrio. Se canta de la pobreza y se usan trajes caros. Antes nos pintábamos solos, ahora una maquilladora te cobra 500 dólares cuando vas a un concurso. Todos dejan mensajes de izquierda, pero no son izquierdistas.
-¿Es malo que la murga se haya aggiornado como espectáculo?
-El mejor puchero fue el que hacía mi vieja. Mi señora le pone más cosas. Así se le va un poco el gusto que tenía aquél. Antes, el murguista era bohemio. Incluso, había tipos con estudio a los que desgraciadamente, a pesar de tener tremendas voces, sus padres no los dejaban salir en Carnaval. Era mala palabra.
-Algunos lo consideran chapado a la antigua. ¿Lo que a usted le molesta es la pérdida de códigos?
-Es eso. En todo se han perdido. También en el fútbol. El jugador perdió la garra y la vergüenza. Si hacían un pesito, le compraban una casa a la vieja. Ahora se compran un coche y la radio más grande para colgársela al hombro. Sé que soy chapado a la antigua. Porque antes había respeto, código, principio. En mi país, estás tomando una cerveza y viene un guacho y te dice: «Dame un trago, che. Dame un cigarro, dame 10 pesos». No éramos mejores, pero teníamos respeto. La calle te da mucha experiencia. Ahí están los códigos. Tangos del murguista
Según Luna, el respeto será una de las claves de un próximo disco que está planeando. Le propusieron la grabación en la Argentina de un CD de tangos, pero a su manera. "Creo que no le vamos a faltar el respeto al tango, al contrario. Soy murguista, y lo canto a mi estilo, pero no me voy a reír de un Goyeneche. El repertorio todavía está en pañales, pero ojalá que salga", admite.
-¿Cómo es el espectáculo que va a presentar desde esta noche?
-Uno aporta cosas nuevas, pero llega arriba del escenario y le piden temas viejos. A veces no sabe si avanzar o no. Pero hay que hacerlo. El tema es superar un disco que te sale fenómeno. La vida te lleva a superarte. Si naciste en cuna pobre no querés que tus hijos pasen lo mismo.
-¿Vive de la música?
-Como siempre digo: te da pa´ comer con aceite. Lustré zapatos, vendí diarios y números de lotería. Me casé con la propina de un número ganador. Fijate que ahora voy a cumplir 40 años de casado. Gracias a eso tengo a la patrona, a mis tres hijos, tres nietos y el perro, que es mi hijo menor. Soy un agradecido a la vida. Pero siempre digo que si hubiera grabado en Buenos Aires tendría una casa en Punta del Este. Allá (en el Uruguay) nadie defiende al artista. La culpa es nuestra. Creo que acá hay provincias en donde es bravo entrar. Allá se hacen festivales que empezamos nosotros: El Sabalero, Pepe Guerra y otros, pero ahora van cinco o seis artistas argentinos -que cobran más que nosotros- y un uruguayo. Nadie nos defiende. Y yo no le falto el respeto a nadie ni estoy en la rosca. Porque hay que actuar según se piensa.
-¿Realmente cree que cantar no es más que un trabajo?
-Sí. Y con el máximo respeto por esa persona que saca una entrada. Quiero que la gente cante y baile. Somos pueblos sufridos y quiero que al menos por una hora de espectáculo nos olvidemos de eso.